EXPOSICIÓN LA MADRE DEL VERBO en Murcia, hasta el 30 de Abril de 2023
La Edad Media comenzó a definir
el perfil de esa Murcia Mariana que ha ido configurando el espacio urbano
durante siglos. Cuenta la tradición que la Virgen de la Merced se había
aparecido al rey Jaime I para alentarlo a conquistar Murcia. Tomada la ciudad,
San Pedro Nolasco consagraría la mezquita aljama en honor a Santa María, nombre
que ha conservado hasta nuestros días. Mientras tanto, Alfonso X el Sabio
relataba en sus Cantigas los milagros de la Virgen del Arrixaca.
Con mayor o menor base histórica, han sido numerosas las personalidades que han
impulsado el culto mariano en Murcia definiendo el imaginario colectivo. Durante
el fulgor de la Contrarreforma, fray Antonio Trejo fue enviado a Roma por Felipe
III a defender el dogma de la Inmaculada Concepción, levantando en su honor la
capilla del trascoro de la Catedral al regreso de su embajada. En 1684, el
Corregidor Pueyo erigiría una ermita dedicada a la Virgen del Pilar, después de
sobrevivir a un disparo junto a la puerta de Vidrieros.
Sería en los albores del siglo
XVIII, cuando el Cardenal Belluga, inmerso en la Guerra de Sucesión, impulsara
grandemente la devoción a la Virgen de los Dolores tras el milagroso llanto de
una imagen mariana en la actual pedanía de Cabezo de Torres. Años en los que los
Fajardo entregaban a la Catedral la reliquia de la Santa Leche de la Virgen,
fomentando un gran fervor en la ciudad. Décadas después, el ilustrado
Floridablanca promovería el culto a la Virgen de la Estrella y la reina Isabel
II ofrecería ricos trajes a las destacadas advocaciones marianas de la ciudad,
entre otros tantos impulsores-ilustres o no-
El Cabildo Catedralicio atesoró el relicario de la Santa Leche y el busto de la
Virgen de las Lágrimas-hasta su devolución a Cabezo de Torres-, devociones que
había potenciado junto a la advocación contrarreformista de la Virgen del
Socorro. Además, era propietario del santuario del monte donde se hallaba la
Virgen de la Fuente Santa, actual Patrona de Murcia. Una realidad que se
completa en un imafronte que es en sí mismo una magistral lección mariológica.
Si esa era la grandeza con la que el templo mayor contribuía a la Murcia
Mariana, el resto de la ciudad nutría sus calles con más de ochenta hornacinas y
capillas, dedicadas en su mayor parte a María. Entre ellas destacaba la Virgen
de la Aurora, custodiando uno de los portillos al igual que la Virgen de las
Angustias en la puerta de Castilla; la Virgen de Sopetrán, protegiendo el paso
del río y sus crecidas; o la Purísima encargada por el gremio de carniceros para
la Real Carnicería, hoy plaza de las Flores.
Con el paso de los siglos, Murcia contó con importantes advocaciones como la Virgen del Arrixaca, custodiada en el convento de agustinos; la Virgen de las Fiebres de la Catedral, recurrida en tiempos de graves epidemias; la Virgen de los Remedios y la Virgen del Rosario, titulares en sus conventos y protagonistas de importantes rogativas en la historia de la ciudad; o aquellas, objeto de la devoción más popular, como la Candelaria en Santa Eulalia, o la Divina Pastora en San Antolín o el arrabal de San Benito.
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En Google se puede dar a presentación y van pasando las fotografías
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Galería de fotografías enviadas por Vicente Moreno