Acaricia el aire su estandarte,
abriendo camino al paso, del trono majestuoso entre el gentío expectante. Que a su paso, va creando una emoción envolvente, a los fieles y curiosos que de todos lados vienen. Trae la brisa melodiosa que difunde por el aire, calor de cera fundida color y brillo radiantes. Cofrades devotos todos, capirotes que recortan el perfil del horizonte. Dádivas de caramelo que acogen con entusiasmo esas manos que se abren y elevan sus oraciones y su penitencia al cielo con gran fervor y donaire. Va caminando el cortejo, bello soporte dorado que argumenta la Pasión, que desliza y balancea, soportando con esfuerzo, el nazareno portador. Y en sus corazones cuaja un cierto lazo anudado como fusión blasonado de lo divino y humano, en la imagen del Señor.
poliescultura ·
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