Caramelos.
Es mi deseo hablar de algo consustancial a la procesión tradicional murciana, los caramelos, que en los últimos años tanto dieron que hablar. Me gustaría mucho que, desde los órganos de gobierno de las Cofradías que entregamos caramelos, a las personas que salen a nuestro encuentro, intentáramos transmitirles la importancia de una tradición generosa, bonita y entrañable, pues los murcianos somos como nuestros caramelos. Sería conveniente imbuir a nuestros Cofrades en la necesidad no solo de cómo se entregan, por supuesto, con el decoro y respeto debido, sino también cómo se recogen esos caramelos, cómo las personas que nos contemplan reciben ese pequeño detalle, y es función de los nazarenos lograr esta meta.
La tradición de los caramelos, es en Murcia, muy antigua, al parecer ya en el siglo XVII, los nazarenos solían llevar dulces o pasteles escondidos en sus buches o senás que comían o regalaban durante el recorrido. Como lo propio sucedía en todos los desfiles existentes en aquella época, el 4 de abril de 1.712 el obispo de la diócesis Cardenal Belluga dicta un edicto “prohibiendo que durante las procesiones los nazarenos se dieran dulces ni cosa alguna, haciéndolo extensivo a los que presenciaban el cortejo”, lo que ratificarían numerosos Prelados de otras Diócesis. Pero en Murcia surgió una nueva picaresca sustituyendo los dulces por los caramelos menos voluminosos y más fácil de camuflar. También hay quien fija el origen en la sisa gremial que realizaban los comerciantes, como una forma de devolver al pueblo lo restituido durante el año, lo que posiblemente tras una buena confesión le dejaba tranquila la conciencia a más de uno. Otro motivo era la de ayudar al pobre vergonzante. Lo cierto es, que personalmente dudo que alguno de estos tres motivos solape al otro, supongo que lo más lógico es pensar en que las tres posibilidades son ciertas, y desde luego el caramelo es algo consustancial a la Semana Santa de Murcia, sobre todo el más clásico de los caramelos murcianos: la pastilla, en la que confiteros decimonónicos como Ruíz Funes, Ros o Alonso, elevaron a delicia para el paladar.
Respecto a estos confiteros y para hacer un poco de historia de ellos, decir que la Confitería de Ruiz-Funes sería fundada en el año de 1.820 y estaría abierta hasta 1.985. A finales del siglo XIX comienza a realizar caramelos alargados con versos alusivos a la Semana Santa, a la mujer murciana y otros valores de la tierra, con cierto toque de humor y crítica de obras y actuaciones políticas. Selgas, Balart, Frutos Baeza, Andrés Bolarín, Andrés Sobejano, Jaime Campmany, Salvador Jiménez, compondrían cuartetas graciosas, devotas e irónicas.
Otro afamado confitero murciano sería Alonso, fundada en 1.858 por los hermanos Juan Bautista y Martín Castaño, y posteriormente llamada Alonso por el casamiento de la hija de Juan Bautista Castaño con un murciano de dicho apellido. El ultimo gran confitero murciano de renombre, seria José Ros Soudría, que fundaría la Confitería Ros el 1 de marzo de 1.907, este confitero había trabajado y profundizado en la profesión durante 13 años con la familia Ruiz-Funes.
Rescato una cuarteta graciosa, compuesta por Frutos Baeza que dice así:
No vayas a Churra en burra,
porque me apuesto un cigarro,
que si ha llovido y hay barro
no llegas tú, ni la burra.
En cualquier caso, si tras la lectura de este “artículo” a alguien le quedan dudas respecto a la tradición en Murcia del dulce y bonito gesto del caramelo y su significado, añadir también la penitencia física que supone una carga adicional a la que cada nazareno porta, de diez o quince kilos de caramelos y reponiendo “sená” durante la carrera.
CORINTO.-