NUESTRO CRISTO CAMINANTE

    Nuestro Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre, no solo aguarda la visita de los fieles, en su capilla de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Carmen, sino que, cada Miércoles Santo, recorre las calles de Murcia, repletas de gentes que buscan su mirada y su abrazo.

    Es un Cristo Caminante, andariego, ansioso de salirte al encuentro, de mirarte a los ojos, de decirte en voz baja tu nombre, de escuchar tu plegaria, de enjugar tus lágrimas.

    Hace unos días, en una noche recién estrenada, adelantó, con creces, su visita a las calles de Murcia. Desde la parroquial de San Antolín, junto al Santísimo Cristo del Perdón. Regresó a su templo carmelitano, en un anticipo a su anual salida a las calles y plazas de su Murcia nazarena.

Haga "click" para ampliar la imagen Cristo caminante, andariego, peregrino, que no solo se limita a llevar su mensaje de Amor, de Luz y de Salvación, en la inigualable noche del Miércoles Santo, la noche colorada de Murcia. Ya lo hizo, durante su permanencia en el Almudí, en esa bella muestra de la imaginería de Nicolás de Bussi. Allí, rodeado de imágenes que avivan la Fe, la Caridad y la Esperanza, permaneció unos días, recibiendo la visita emocionada de miles de murcianos y forasteros, que, desde entonces, guardan un lugar en su corazón para albergar el recuerdo de Nuestro Excelso Titular.
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    Pero, en su Santo Afán de llevar a todos su mensaje de Amor, Paz y Vida, se dirigió a otra ciudad Nazarena, Sevilla, en donde fue instalado en un amplio salón.

    Muchos murcianos, que fueron a Sevilla a visitar la Expo Universal, acudían con frecuencia a elevar a Cristo su oración fervorosa y devota. Yo, que estaba en la capital del Guadalquivir, como Gran Pez del Entierro de la Sardina, pero especialmente como Presidente que era, a la sazón, de la Archicofradía de la Sangre, en el escaso número de días, que estuve bajo la sombra de la Giralda, todos ellos acudí a postrarme a los pies desclavados de mi Cristo de la Sangre. Puede ver, como murcianos residentes en Sevilla, no podían contener las lágrimas, era un susurro de suspiros y oraciones a media voz. Una mujer, llena de piedad, ofrecía cada día un precioso ramo de claveles, a los pies ensangrentados de Jesús.
 

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    Un joven Imbernón, residente en la hermosa ciudad andaluza, hizo una artística fotografía del Santísimo Cristo de la Sangre, fotografía que preside mi despacho y ante la que, cada mañana, dirijo una plegaria, a mi Santísimo y Benditísimo Cristo de la Preciosísima Sangre.



Carlos Valcárcel
Mavor
Mayordomo-Presidente de Honor de la Archicofradía
 

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